No
deberías dejar que te cuenten sobre la Habana, Cuba. En su lugar deberías ir y
disfrutar de esta ciudad encerrada en el tiempo con un escape en una de las
esquinas.
La
Habana parece montada en los años 1800-1900 con pinceladas de tiempos
anteriores. Sus edificios se remontan
casi todos a esas épocas y los detalles cuentan historias de años de bonanza,
grandes fiestas, mucho licor, mucho calor y muchas personas. Pero también nos dicen de años en que todo se
ha mantenido igual, en que los avances han sido lentos, respetando su pasado y
trabajando en su presente.
El
sol de la Habana pica –no hay mejor forma de describirlo- no importa la hora
del día. Pero eso no detiene a los
turistas, en el perigrinaje a diferentes museos, plazas, centros culturales,
paladares (los paladares de Cuba podrían ser el equivalente a comedores
tradicionales). En la Habana ‘hay un
museo en cada esquina’ y todos tienen algo original que mostrar, casi todos de
dos niveles con fácil acceso lo que ayuda al turista con problemas al caminar o
acosado de cansancio o deshidratación (Mejor siempre andar con una botella de
agua); por su formato ‘corto’ muchas personas no se sienten sobrecogidas al
entrar, permitiendo mantener su atención por más tiempo y así llevarse mejores
recuerdos.
Hablando
de museos, la ciudad parece un museo de arquitectura en sí misma. Solo pasear por Habana Vieja te remonta a los
siglos XVIII – XIX. La Plaza de Armas,
Plaza Vieja, Las iglesias… están llenos de adornos interesantísimos y que hoy
día muchos llamarían ‘pesados’, pero la atención al detalle en cada uno de
ellos les convierte en un tesoro individual y colectivo.
Mi
preferido (bueno, entre mis preferidos) es el Monje sin Rostro que se encuentra
a la entrada del restaurant jesuita. Los
camareros se visten con una túnica marrón y hay detalles de la presencia de
esta secta en el lugar. Se han
modernizado bastante, pero es simpático ver un sitio temático de este tipo.
Los museos Napoleónico y el de Arte
decorativas definitivamente valen la pena su entrada y la visita. El de Artes solo tiene dos niveles y el
Napoleónico cuatro pero de muy fácil acceso.
No deben dejar de visitarlos y apreciar las obras de arte en ellos. Mi pieza favorita la biblioteca del museo
Napoleónico; propuse a la señora de la entrada que podía quedarme y convertirme
en parte del mobiliario o algo por el estilo pero o no quiso o no entendió mi
sentido del humor (lo segundo definitivamente).
Entre los lugares para escuchar buena música visitamos El Gato Tuerto (todavía me tapo un ojo cuando
digo el nombre) con el grupo Retro y el Maestro Félix Bernal, y La Zorra y el
Cuervo donde conocimos a ‘Largo’, ex jugador de voleyball masculino a quien le
gusta escuchar Jhonny Ventura (Yeah!! ¡ Caballo mayor!!).
Son altamente recomendados cuando visiten la
Habana por varias razones: tragos a buen precio (en El Gato Tuerto intenten no
pedirle directamente al bartender dos ‘Orgasmos para mí y mi amiga’, les juro
que el rojo de las mejillas brillará en medio de la noche y la risa del
bartender pues… ya pueden imaginarla), buena música en vivo y respeto por la
capacidad en el lugar. Si no hay espacio
pues no entras, lo que ayuda mucho con la circulación, los pedidos y el
disfrute de la música.
El Malecón tiene 7 km y ha sido recientemente
restaurado. Los cubanos lo usan
especialmente en las noches para reunirse con amigos y ‘amigos’, pero al menos
en mi experiencia resultaron personas amables, no se meten contigo pero si les
preguntas algo te reciben alegremente.
También se puede caminar o correr en caso de que quieran hacer ejercicio
y la vista al mar hasta la punta de Vedado es linda.
Deben tener en cuenta el cambio de la moneda
al entrar al país; en Cuba el turista utiliza CUC que no es igual al peso
nacional cubano. Por cada CUC te darán
23-25 pesos cubanos dependiendo el lugar y el día. En el aeropuerto hay una casa de cambio (CADECA
le llaman allá) y el valor del euro/dólar es muy parecido pero al dólar se le
aplica una penalidad; por lo que si pueden llevar euros mejor. No dejen dinero para ‘cambiar luego’ ya que
existen otras CADECA pero a) no saben si estarán cerca de una b) en qué momento
necesitarán el dinero y c) las filas son laaaaaargas. Cuando salgan de Cuba
pueden volver a cambiar la moneda a euros o dólares, a su elección. Por último, aunque parezca obvio aclaro: el
dólar usado es el norteamericano.
La comida cubana es muy parecida a la de mi
país (República Dominicana) pero para los que no tienen idea de qué hablo: en
Cuba se come mucho arroz. Arroz con
todo, especialmente si es arroz con habichuelas negras (a la combinación le
llamamos moro, pero en Cuba a esta combinación particular le llaman moros con cristianos). Siempre se sirve la comida con ensalada y
viandas, que en este caso vienen a ser o plátanos fritos o pedazos de víveres
como batata y auyama. Se puede comer muy
bien con poco dinero aunque debo admitir que extrañé la sal. Aviso que no como alto de sal normalmente, al
contrario, muy bajo, pero en Cuba cocinan a nivel general mucho más bajo de sal
que otros países como República Dominicana; por lo que es posible que sientan
la diferencia. No se preocupen, siempre
ponen un salero en la mesa y usualmente un puntito ya pone todo a punto.
Al comer en Cuba tienen la opción de hacerlo
en restaurantes pero les aconsejo probar un ‘paladar’; se come bien por poco
dinero y aparecen muchos. También pueden
pedir mariscos pues se consiguen con relativa facilidad. Y de postre pues dos opciones: a) el famoso
dulce en pasta de guayaba y b) los helados Copelia. Ambos son ñumñum :D Totalmente aconsejables.
Cuando vayan no dejen de visitar la pastelería
francesa en el Hotel Inglaterra (Sí, lo sé.
Una pastelería francesa en el hotel Inglaterra) sus productos son
rrrriiiiicoooossss. Prueben los pastelitos
de queso, el croissant de chocolate o el rectángulo (una especie de bizcocho)
si quieren algo con poca azúcar pero que les dé la sensación de haberla comido
igual.
Caminar es una de las mejores opciones en la
Habana para poder detenerse en tantos lugares interesantes, pero no es la única:
pueden usar taxis ‘normales’, taxis en autos clásicos, paseos en coche (te
hablo a ti Shampoo, caballo antipático) o bicitaxis. También están los metros para turistas y los
autobuses para la población que deben pagar en peso cubano, no en CUC. Los paseos o carreras en autos clásicos son
caros, unos 25 CUC, pero su presupuesto es el que decidirá eso. Los bicitaxis se los recomiendo por la
economía (4 CUC por hora, aunque si quieren más de una pueden negociar) y la
compañía. Los bicitaxis casi siempre son
chicos jóvenes que tienen un conocimiento general del área. Un paseo con uno de ellos les servirá para
descansar los pies y ubicar algunos lugares y decidir si realmente quieren o no
visitarlos luego con más tiempo. Esto es
normal, ya que muchas veces al viajar escuchamos los comentarios de otras
personas o leemos noticias en internet y pensamos que esos lugares nos serán
atractivos una vez estemos en el país.
Que perderemos horas visitando cada rincón y discutiendo detalles pero
–cuando llegamos- nos damos cuenta que preferimos pasar nuestro tiempo
conociendo más a fondo otra zona, y eso está bien. Recuerden: van de viaje, disfruten, tener
horarios déjenlo para la escuela o si tienen algún trabajo de oficina (como
yo).
Para las visitas un mapa es una excelente
idea, existen algunos específicos como el del Cementerio de Colón con Alejo
Carpentier, Lezama Lima y Dulce María Loinaz esperando por una visita, o la
tumba del amor y la réplica de la Misericordia de Miguel Ángel; pero en los
diferentes hoteles podrán comprar uno de Cuba completa por un lado y por el
otro el área de Habana Vieja, Prado, Vedado, Miramar y Playa.
No soy de cigarros o habanos, pero estando en
Cuba no se puede dejar de vivir la experiencia de –al menos- una tienda
tradicional de habanos. Dicen los
expertos (en este caso mi amiga DC que me acompañaba) que el olor era
riquísimo, la producción muy buena y que son de los mejores del mundo. Como buena chica que a veces soy, y
desconocedora de ese mundo, me llevo de los expertos y les invito a pasar por
una de tales tiendas cuando visiten Cuba.
Hay variedad, buen servicio e historias interesantes, todo esto
alrededor de una hoja que al final del día transforman unas manos con otras
historias.
Para los que les gusta beber un traguito (como
decimos por estos lados) el Havana Club sigue con sus puertas abiertas, El
Floridita con sus Daiquirís y Hemingway en una esquina son una bonita opción,
La Bodeguita del Medio con los mojitos de Hemingway (ambos siempre llenos de
turistas) y en Plaza Vieja la fábrica de cerveza. La cerveza Bucanero fue la más bebida en el
viaje por ser refrescante y nada pesada.
Aquellos que prefieren la artesanía, las pinturas, los diseños pues ¡llegaron a buen lugar! Toda la Habana Vieja tiene en cada calle alguien con una tienda de souvenirs donde se encuentran hermosuras hechas a mano, pero si quieren un solo lugar pues deben ir a San José. Es como una vieja estación por el puerto que actualmente se usa para mantener la 'Feria de Artesanía de Habana', personas de varios lugares del país acuden con sus productos que van desde pulseras, aretes, instrumentos musicales, ropa tejida hasta cuadros. Solo en San José tienen para al menos par de horas de exploración.
Para quienes les atraiga el turismo religioso o simplemente los curiosos, la Virgen de Regla está a cinco minutos en bote (10 centavos de peso cubano, no CUC cuesta el pasaje), en una isla. El bote funciona todos los días desde las 5:00 am hasta medianoche. La iglesia es bonita y la tradición de orar a la Virgen de Regla es muy vieja. Se dice que ella fue la salvadora de los habitantes de ese lugar durante un huracán hace ya demasiado tiempo. Es una virgen morena con vestido azul y su origen no es cubano, al igual que el resto de las colonias, fue introducida por los grupos que ocuparon lo que hoy es Cuba.
Como dije en la primera línea el sol de Cuba
pica, así que les aconsejo llevar protector solar y una gorra o sombrero,
zapatos cómodos y ropa fresca. Por último,
más que nada, recuerden llevar la mente y el corazón abierto pues hay tanta
belleza en el mundo (para mal citar una de mis películas favoritas) que no
disfrutarla es simplemente perder el tiempo.
No sigan pensándolo, no dejen que les cuenten
y den una vuelta por Habana.
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